Recientemente hemos tenido que intervenir en un siniestro derivado del incendio de las baterías de una carretilla elevadora eléctrica mientras estas se encontraban en proceso de carga y en éste post vamos a comentar de manera muy resumida aspectos de interés para evitar los riesgos intrínsecos a ésta operación.
El siniestro se produjo en el interior de las instalaciones de una mediana empresa que por suerte disponía de un lugar adecuado para la carga y cumplía una serie de requisitos importantes al respecto que luego mencionaremos.
Este tipo de siniestros se dan con más frecuencia de lo que en un principio pueda parecer y ocurren cuando no se toman las medidas preventivas adecuadas y se produce la ignición de los gases desprendidos por las baterías cuando se están recargando.
En dicho proceso las baterías liberan hidrógeno del líquido que contienen (ácido sulfúrico) y éste es inflamable.
Si durante el proceso de carga alguien se acerca a las baterías con un cigarro encendido, o se realizan trabajos de corte con alguna radial o soldadura, que produzca chispas incandescentes, y la concentración de hidrógeno es elevada, se puede producir la deflagración.
Por este motivo en las empresas deberían existir zonas delimitadas y aisladas del resto, en las que de manera exclusiva se realiza la carga de baterías de carretillas y otros vehículos (barredoras, fregadoras, etc) con medidas determinadas de seguridad y prevención de incendios.
Las baterías de éste caso, al igual que las de un automóvil, están constituidas por un recipiente que contiene un conjunto de elementos formados de placas positivas y negativas sumergidas en un electrolito que es una disolución de ácido sulfúrico en agua y almacenan energía química durante el proceso de carga que luego se transforma en eléctrica para su uso en motores eléctricos con la finalidad principal de generar un movimiento en maquinaria y vehículos principalmente.
Después de un determinado tiempo de uso agotan su carga y requieren una recarga. Esta operación puede repetirse muchas veces y se debe realizar en condiciones de seguridad para evitar daños mayores como en el caso que exponemos.
Hay que contemplar durante la carga de la batería la posibilidad del riesgo de explosión ocasionado por el desprendimiento de hidrógeno y oxígeno en presencia de un foco de ignición. Este desprendimiento es débil con la batería en reposo o en descarga pero alcanza su valor máximo al final de la carga y especialmente si se somete a una sobrecarga.
Además hay que tener en cuenta que la generación de esos gases continúa durante aproximadamente una hora después de desconectar la corriente de carga.
El hidrógeno es un gas extremadamente inflamable y si se encuentra en las concentraciones del rango de inflamabilidad o explosividad en un recinto cerrado, existe el riesgo de explosión ante la presencia de cualquier foco de ignición. El desprendimiento de hidrógeno y oxígeno tiene lugar en la reacción de electrolisis del agua durante la fase final de carga y especialmente si ocurre sobrecarga.
Por ello es importante, aunque la mayoría de cargadores existentes son automáticos, verificar la carga y regular la intensidad que suministra el cargador para impedir una sobrecarga de la misma y de una parte evitar el consiguiente riesgo de explosión de la propia batería si no libera de su interior el hidrógeno desprendido y de otra evitar una alta concentración dentro del rango de inflamabilidad o explosividad.
Se debe verificar el buen funcionamiento del cargador y controlar la intensidad de la corriente de carga y revisar el estado de los tapones de respiración por si hubiera obstrucción en su orificio.
Las cargas lentas desprenden poco hidrógeno y oxígeno, son más seguras y se pueden dejar los tapones puestos siempre que no haya obturaciones en su orificio de respiración y sobretodo utilizar cargadores con control del final de carga.
Sin embargo en cargas rápidas en que se desprenden cantidades importantes de es mejor aflojar los tapones para evacuar los gases a través del fileteado de la rosca.
Las baterías estancas presentan un mayor peligro de explosión por desprendimiento de gases, en el caso en que la intensidad de la corriente de carga sea demasiado elevada.
Es importante al finalizar la carga realizar la desconexión en primer lugar el cargador de la red eléctrica y después se desconectan los conectores de la batería para evitar que al contactar fortuitamente las pinzas del cargador salte una chispa eléctrica que produzca la ignición del hidrógeno.
En la zona de carga de baterías se deben controlar y erradicar los focos de ignición, como pueden ser cerillas, mecheros, aparatos de soldadura, chispas eléctricas por manipulación de instalaciones y aparatos eléctricos, debe prohibirse fumar y debería no existir aparato eléctrico alguno sin protección antideflagrante que pueda generar una chispa al abrirse o cerrarse el circuito eléctrico en la maniobra de encendido y apagado del mismo.
Lo ideal es que el lugar de carga de baterías esté aislado y construido de materiales incombustibles, que no se dedique a otros objetivos que los de carga de baterías y sobretodo que no se almacenen productos combustibles.
La ventilación en un local de carga de baterías es un aspecto importante y debe evitar que la concentración de hidrógeno y la de vapores de ácido sulfúrico sea superior al límite de explosividad por fuente de ignición. Lo ideal es una zona cubierta en el exterior de la nave y abierta en uno de sus frentes (cobertizo), con aireación natural que minimiza el riesgo de concentración de vapores notablemente.
Si para la ventilación del local de carga de baterías se emplean ventiladores, estos deberían contar con motores con protección antideflagrante instalados a una altura cerca del techo al ser el hidrógeno que es más ligero que el aire.
Esperamos que éste breve artículo sirva para concienciar del potencial peligro en la carga de baterías en las empresas y se adopten las medidas preventivas expuestas.